La historia de los pueblos nunca la escriben los ruidos... y en Valle Fértil sobran los que gritan sin construir

En un Valle Fértil donde muchos confunden protagonismo con estridencia, hay dirigentes que creen que el poder se demuestra con micrófonos, cuando en realidad se construye con hechos. Entre tanto grito vacío, hay alguien que eligió otro camino: sembrar en silencio, trabajar sin aplausos y construir sin prometer lo que no va a cumplir.

Opinión03/11/2025INFOVALLEFERTIL INNOVA CJRINFOVALLEFERTIL INNOVA CJR
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“La historia de los pueblos nunca la escriben los ruidos, sino los silencios que siembran futuro.”

En un Valle Fértil donde muchos confunden protagonismo con estridencia, hay dirigentes que creen que el poder se demuestra con micrófonos, cuando en realidad se construye con hechos. Entre tanto grito vacío, hay alguien que eligió otro camino: sembrar en silencio, trabajar sin aplausos y construir sin prometer lo que no va a cumplir.

Me refiero a Gerardo Schiano, segundo al mando del Parque Provincial Ischigualasto.

Un apellido con historia, pero con una impronta que no se conforma con vivir de la herencia.

Es, quizás, una de las caras más visibles de una renovación que incomoda a los que hace años juegan a ser eternos. Porque mientras algunos, tanto propios de su espacio como ajenos, siguen reclamando protagonismo desde la queja, la denostación o el recuerdo, Schiano optó por un camino más difícil: ganarse el respeto con trabajo, no con cartel.

Su trayectoria es breve, sí, pero concreta. Desde 2022 viene participando activamente en el espacio que más tarde se consolidaría como Cambia Valle Fértil, acompañando a su padre, Domingo Schiano, en una de las últimas disputas electorales. Y aunque aquel resultado no alcanzó los titulares, dejó una semilla: la de un equipo joven que no se resigna a mirar desde afuera.

El joven mantiene una presencia constante en agrupaciones gauchas, clubes deportivos y escuelas. Tres espacios donde, si se quiere entender qué necesita el pueblo, hay que pisar el polvo y escuchar más de lo que se habla.

Como Coordinador Adjunto del Parque Provincial Ischigualasto, Schiano trabaja junto a Juan Pablo Teja Godoy en la proyección institucional y turística del área. Dos perfiles distintos, pero con un objetivo en común: demostrar que la gestión también puede ser seria y humana al mismo tiempo. Algo que, dicho sea de paso, escasea en la política local.

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La herencia de su padre, Domingo Schiano, un dirigente bloquista que se animó a denunciar la corrupción del exintendente Omar Ortiz cuando pocos se atrevían, es una marca indeleble. Esa historia recuerda que el silencio cómplice también construye miseria.

Y es justamente ese legado el que hoy Gerardo toma, pero no como bandera nostálgica, sino como compromiso vigente.

Hoy, forma parte del proyecto político que lideran Marcelo Orrego y Fabián Martín. Sin embargo, su rol va más allá de una sigla. Porque en tiempos donde muchos solo se acomodan al calor del poder, él eligió seguir cerca del territorio, donde se siente el pulso real de la gente.

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El último domingo, el espacio Por San Juan consiguió un claro triunfo en Valle Fértil.

Un resultado que sorprendió a algunos, pero no a los que venían siguiendo el trabajo de base. Fue una elección marcada por la participación, por la bronca contenida y por el cansancio hacia los de siempre: los que prometen soluciones mágicas desde un escritorio.

El oficialismo provincial logró consolidar su presencia en un departamento históricamente difícil, pero el mérito —como casi siempre— se cocinó lejos de los flashes. En ese terreno, Schiano fue clave: el que articuló, el que empujó, el que caminó.

Mientras otros se sacaban fotos, él ponía el cuerpo.

Ese triunfo no borra las deudas del sistema político vallisto, pero deja un mensaje claro: la gente ya no compra discursos huecos. Y eso debería preocupar a más de uno, repito, tanto dentro como fuera del espacio.

En un escenario donde muchos líderes locales solo buscan la foto perfecta, Gerardo Schiano encarna una forma distinta de entender la política. Una que no necesita gritar para hacerse escuchar.

Porque los pueblos cansados no quieren salvadores, quieren coherencia. Y esa, en estos tiempos, es una rareza.

“En este mismo escenario, yo tengo otros propósitos. Solo falta que la gente esté preparada para acompañar ese verdadero cambio que yo sueño”, dice Schiano.

Y quizá en esa frase esté la diferencia entre los que gritan por poder y los que trabajan por sentido.

Los primeros hacen ruido.

Los segundos —como él— se encaminan a hacer historia.

 

Por Lautaro Costa

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